LA IGLESIA VIEJA

IGLESIA VIEJA: CASA Y PLAZA

        Allá por finales de 1.600 o principios de 1.700, el alférez Don Salvador Fernández tenía la ilusión de construir una ermita que llevara el nombre de Nuestra Señora  de Bonanza. 

        Como tenía un solar de su propiedad en El Paso, cuyo  solar se  conocía por La Venta, decidió que era el sitio apropiado para realizar su sueño,  y  así  fue. Ordenó que en el centro del solar se levantara la ermita,  compuesta  de  una  nave  rectangular de poniente a naciente,  con la entrada  principal y el campanario  por  poniente, y el altar único al naciente. A la altura del altar  se  construyó al norte una  habitación  fuera  del  rectángulo  donde  se  instaló  la  pila bautismal, y al sur otra  habitación semejante como sacristía. Por  el  sur  había  otra  entrada a la ermita, y también entrada a la sacristía. Anexa  a  la  ermita  por  naciente  se  construyó una  casa de norte a sur con fachada al norte, a naciente y al sur, con una balconada de  madera. Los pisos eran también de madera. La casa de dos plantas sobresalía por  el norte, y  mediante  una  escalinata  se  accedía  al  piso  superior. Era la entrada  principal.  Por  ese  sobresaliente  se  construyó  una  habitación encima de la que  ocupaba  la pila bautismal, y por una ventana que daba precisamente al altar, oían  la  misa  los   señores  de  la  casa.  Esa   habitación  tenía  un  balcón  a  la  plaza. 

       Observaremos   que  el  solar  era  más  o  menos  un  cuadrado, que por naciente limitaba a todo lo largo con el sitio del médico, por  el  norte,  con la propiedad de Pisabonito, y por el sur la pared del camino real. A poniente estaba la plaza con su escalinata para subir a ella,  desde  el  principio  del  camino de Tenerra, y por ese mismo camino había otra entrada a la plaza con sólo un escalón, pues Tenerra era  en cuesta y la plaza en llano. Por el norte se prolongaba  la plaza  hacia naciente, y había una escalinata  que  formaba  parte con  la  de  la  entrada  a  la  casa,  y  se  prolongaba hasta la propiedad de Pisabonito. Entre esta propiedad y la casa había  una franja de terreno que se unía a naciente, con  la  que  tenía  la  casa por detrás,  y bajando por el sur hacia poniente se encontraba con la sacristía y el otro tramo de  la casa por el sur.   

        Como  se  verá,  la  ermita  estaba  lo  que  pudiéramos   llamar  “abrazada” por norte, sur y poniente por la plaza, completando el abrazo los tramos  de tierra de norte y sur y el mayor de naciente.  

        Esta  plaza  tenía una baranda, y de  tramo en tramo encima unos macetones  de  piedra muy artísticos.  El  campanario,  un balconcillo de madera por donde colgaban las sogas  que  bajaban  de  las  dos  campanas  grandes y del campanil que había en lo alto del   campanario. No  había  reloj,  éste fue muchísimo después por una donación de otro señor. En la plaza había  por el norte un banco  corrido  de  cemento,  de naciente  a  poniente,  en  toda  la  baranda, a los lados de la escalinata de subida a la plaza, un banco de madera,y otro banco también de madera a cada lado de la entrada de la iglesia. 

       Queda decir que de la sacristía hacia naciente habían unos pequeños cuartos, y entre la ermita y esos cuartos, una subida en rampa escalonada con una entrada al sur, y se llegaba a la planta baja, que tenía un salón detrás justamente del altar, donde estaba una cómoda grande y en ella se guardaba los ornamentos y materiales que no se usaban a diario. También las piezas para armar el túmulo en los funerales que lo requerían, y entierros de ricos, y todo lo demás que hacía falta en la ermita. Por ese salón se retiraba la imagen de la vírgen para el cambio de vestido, o lo que fuera necesario.  

          La ermita se convirtió en  iglesia con  el  nombre  de  Nuestra  Señora  de Bonanza, como  era  el  deseo  del  señor  alférez.  El señor  Don  Salvador Fernández quería hacer esta donación o reconocimiento, como se llamara, ante  notario, pero no pudo hacerlo por haber fallecido. Pero sí lo hizo más tarde, en su nombre, la esposa, que era una señora procedente de Los Llanos de Aridane.      

         En esta época,  todo lo de El Paso dependía de Los Llanos. No había municipio hasta bastantes años después. 

           La casa del señor Salvador Fernández, cuando yo tuve uso de razón, la conocí como el ayuntamiento, y estuvo allí muchos años (no sé cuándo empezaría su ocupación como tal), hasta que fueron trasladadas las oficinas municipales a la casa del cura Don Norberto Pérez Díaz. Allí permaneció varios años hasta que se ubicó en el actual edifico construido expresamente para ayuntamiento en la esquina de la actual avenida de Islas Canarias, en lo que quedó del cercado de Elea.
Ezequiel González González